Educación, crisis y agenciamiento social en Chile. (I)


Educación, crisis y agenciamiento social en Chile.
Primera Parte: Afuera de la educación.



«Estamos al principio de algo (…) en el régimen de las escuelas: las formas de evaluación continua, y la acción de la formación permanente sobre la escuela, el abandono concomitante de toda investigación en la universidad, la introducción de la ‘empresa’ en todos los niveles de la escolaridad.»

Gilles Deleuze

Para entender las contradicciones que vive hoy la sociedad chilena debemos analizar cómo es que han ido mutando las formas de interpretar y significar la realidad, poco a poco nos hemos ido acostumbrando al uso de un nuevo vocabulario político, hace algunos años, el pasado gobierno inauguró en el imaginario social el concepto de 'equidad', desplazando con bastante aceptación el común uso del término 'igualdad', de forma que hacer la distinción entre estos se volvió un tema obligado en cualquier documento serio, y a la hora de darse cualquier debate aparece como un signo de buena formación académica. Algo parecido aconteció con el concepto de diferencia, lo importante ahora ya no es lo que nos hace distintos, sino lo que nos hace diversos, como si lo diverso constituyera un valor en sí mismo, diversidad que si bien no reúne ni distingue, define y construye la falsa imagen de un nuevo tipo de identidad.

Emprendamos en este breve ensayo la tarea de cartografiar estas diversidades, y como buenos emprendedores que somos, hagamos el ejercicio de pensar el concepto de empresa en un sentido amplio, para entender de qué forma se va introduciendo en nuestras escuelas, armemos como hace Foucault, un cuadro, una empresa como se decía en el siglo XVII, con el fin de descifrar las formas culturales, sus técnicas, sus métodos, y sus sistemas de interpretación. (1)

La historia muestra que cada cierto tiempo, en momentos de aparente crisis o ruptura ontológica con la tradición, la creatividad constante de las sociedades tiende a dar paso a nuevas estéticas y narrativas que traspasan la vida cotidiana, como flujo, proceso o evolución del saber colectivo. Estos movimientos del saber permiten nutrir el desarrollo cultural de la sociedad, de la cuál emergen pensadores que tienen la capacidad de interpretar estas señales y significarlas, plasmándolas en el arte, la técnica y la ciencia.

El tiempo se encargará luego de organizar y recrear estas manifestaciones, haciéndonos hablar de ellas como hechos del pasado, sacrificando nuestra experiencia y el saber colectivo que las constituye, por una nostalgia monumental, privilegio de grupos e instituciones que capitalizan estos discursos, cristalizando en el tiempo, un movimiento, que parece escrito en nuevo lenguaje, tarea de especialistas y técnicos, que han sabido recodificar y elaborar a partir de estos, sofisticados instrumentos de control, de difícil acceso y muy complejos de comprender.

Un ejemplo de la emergencia de estos saberes lo fueron las llamadas vanguardias culturales, que en tanto emergencia de bienes sociales, son una clara muestra del funcionamiento del viejo modelo de producción y sentido, donde transitan las múltiples externalidades positivas derivadas del proceso educacional fuera y dentro de las instituciones, centros o 'contenedores institucionales', desborde lógico de las formas de representación plasmados en el cotidiano de las prácticas, expectativas y formas según evoluciona el pensamiento.

Una empresa colectiva avocada al desarrollo educacional como motor de cambio social debe en este sentido, comportar tanto la memoria del pasado como la del presente, cualquier idea que tengamos sobre el futuro, no existe más allá de nuestras acciones cotidianas por más pequeñas que éstas parezcan, la emergencia y apropiación de los nuevos saberes puede ser duradera a partir de una organización social entramada en el día a día de las nuevas redes de comunicación, atenta a las variables o quiebres institucionales, que nos permiten establecer una interrelación afirmativa con la multitud de sujetos que participan de su desarrollo.

El actual movimiento por la educación, precedido por movilizaciones hasta ahora inéditas de nuestra historia reciente, en gran medida ha tenido éxito gracias a la reapropiación del trabajo colectivo en conjunto con la sociedad civil, la multiplicidad de demandas ha transformado progresivamente las formas organizacionales, implicando a un espectro cada vez mayor de voluntades, construyendo desde la práctica y la improvisación, una “caja de herramientas”, que potencia desde la heterogeneidad y la crítica, un pensamiento libre caracterizado por una multiplicidad de escenarios diversos, cuya fuerza ha radicado en la autoconvocatoria, como “recodificación estratégica” permitiendo junto con situar la diversidad de posturas en conflicto, dimensionar los verdaderos alcances del movimiento.

Todas estas señales, en apariencia incompatibles; articulación, espontaneidad, fuga, organización, impiden entender las nuevas formas de antagonismo, cuyos objetivos aun no están escritos, precisamente porque estos no se encuentran en los libros ni en las aulas. La sociedad civil, las instituciones y los hombres, todos ellos responden a un orden extrínseco, es la sociedad misma recreándose desde un exterior, lo que vemos, por fuera de lo que hemos definido como sociedad, es una lucha constante de interpretaciones, una multiplicidad de signos que garantizan exteriormente la idea desnaturalizada de la causa, el fraude de la ley y la falsedad de la interpretación. (2)

Es por esta razón, que junto con observar las condicionantes de la actual crisis, cuyo primer diagnóstico podrían ser las formas jurídicas heredadas del régimen militar, la administración política del continuismo binominal y la diametral contradicción entre la repartición de la riqueza y el eventual éxito financiero, es necesario hablar de un exterior, de un afuera de la educación, la reorganización de un movimiento social de estas características desborda en el análisis las nociones clásicas de lo público y lo privado, de las estructuras y las organizaciones sociales, de ahí su capacidad de potenciar y entramar en sus demandas todos los procesos de subjetivación, regenerando y reinventando formas ciudadanas que se veían soterradas.

Un afuera de la educación supone traspasar las barreras de la ciudad civilizada, remover las bases populares, y agenciar la diversidad de saberes connaturales a nuestra fisonomía identitaria, desarrollando en su ejercicio una pedagogía colectiva capaz de promover una enunciación múltiple de sujetos sin relaciones diferenciales, por medio de una serie de coaliciones negocia y construye su propios espacios de conocimiento, replanteando radicalmente los sistemas pedagógicos y universitarios, acción educativa de la cual se desprende progresivamente una agenda de acción política, trazando un camino rizomático de experiencias contextuales y emplazado a quienes requieran de los instrumentos necesarios para su reproducción y síntesis.

Notas

(1) Foucault, Michel, “Nietzsche, Freud, Marx” de la traducción: Carlos Rincón, Revista Eco nº 113/5 Bogotá, Colombia.
(2) Parafraseo final de párrafo del 'Tratado teológico-político' de Baruch Spinoza, Cap. 2, ver Gilles Deleuze, “Spinoza, Filosofía Práctica”, en 'Seres Geométricos'.